Salvador Dalí: gastronomía convertida en arte

Salvador Dalí: gastronomía convertida en arte

Desde finales de abril y hasta comienzos de septiembre, el Museo Reina Sofía de Madrid ha contado con un invitado de excepción. Y es que Salvador Dalí, o mejor dicho su obra, ha permanecido expuesta en este museo madrileño durante más de 4 meses. Nadie se lo ha querido perder: miles de personas de diferentes países han visitado esta exposición, única en España, que ha logrado reunir alrededor de 200 obras del pintor catalán.

Sin duda alguna, para todos aquellos que nos dedicamos al sector de la gastronomía y la hostelería, nos quedamos con la importancia que la cocina y la comida tenían para Salvador Dalí. Así queda reflejado en varias de sus obras y muchos de los personajes que en ellas aparecen, ataviados con tenedores, cucharas o cuchillos. Por ello, para todos los que no habéis tenido la oportunidad de contemplar esta exposición, desde Embassy hacemos un repaso por los mejores cuadros gastronómicos de Salvador Dalí.

1. Naturaleza muerta viviente

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Este bodegón está repleto de elementos relacionados con la gastronomía: la botella de anís, el vaso de vino, el cuchillo o los fruteros en los que, a pesar de flotar en el aire, no faltan las frutas.

2. El momento sublime

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En esta obra, el teléfono roto que aparece en la parte superior es una metáfora de las relaciones rotas entre Hitler y el resto de países europeos. No obstante, lo que a nosotros realmente nos llama la atención son los huevos fritos que aparecen en esa especie de plato y el caracol que corona el mismo. Y es que, uno de los símbolos más recurrentes en la obra del genio Dalí es el huevo. Más allá del aspecto gastronómico, éste representa conceptos de vida prenatal intrauterina.

3. Huevos al plato sin plato

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Huevos al plato sin plato es otra muestra de lo importante que son los huevos en la obra de Dalí. Sobre el primer escalón se dispone un plato con dos huevos fritos. Un tercero está a punto de caer, pero aún permanece colgado de una cuerda que no sale de ninguna parte, que surge del cielo.

4. Retrato de Gala con dos costillas de cordero en equilibrio sobre su hombro

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En la obra de Dalí, la comida suele aparecer como una ofrenda para distraer el impulso caníbal presente en el ser humano. Sin embargo, no sin cierta picardía, cuando Dalí explicó el cuadro a los medios de comunicación estadounidenses, dijo que le gustaba su esposa y que también le gustaban las chuletas de cordero. Esa era la razón que le llevó a combinar ambos elementos en una misma imagen.

5. La persistencia de la memoria

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Aparentemente, nada en este cuadro puede relacionarse con la gastronomía. Pero, ¿y si te dijéramos que esos relojes blandos son en realidad quesos Camembert? Cuenta el propio Salvador Dalí en La vida secreta de Salvador Dalí que una noche, tras cenar queso Camembert, se puso a meditar sobre los “problemas filosóficos” de la materia dura y blanda. Este pensamiento le llevó hasta un cuadro inacabado de un paisaje de Portlligat presidido por un olivo seco, rocas y un atardecer melancólico. Entonces surgió la inspiración: añadió los relojes blandos. Y de este modo tan curioso, La persistencia de la memoria, una de las obras más aclamadas del pintor catalán, vio la luz.

Esto es sólo una pequeña muestra de la gran cantidad de cuadros gastronómicos que forman parte de la obra pictórica de Salvador Dalí. ¿Sabías que el salón de té del Paseo de la Castellana está decorado con toda una colección de grabados originales de Dalí? Ven a Embassy y disfruta de nuestra particular exposición de Dalí.

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