Huevos Benedictine: Sólo para los brunchadictos
La costumbre del brunch se está imponiendo definitivamente en España. Pocas cosas hay más placenteras que relajar la hora de levantarse un fin de semana y salir a hacer una mezcla de desayuno y comida con la familia o amigos.
Aunque el origen del término como contracción de las palabras breakfast y lunch es de sobra conocido, no existe consenso en el origen de histórico de esta comida tan excepcional. En lo que todos los expertos coinciden es en que el protagonista legendario de la buena costumbre que es el brunch es un alimento, los huevos Benedictine.
Los primeros huevos Benedictine
Durante la década de 1860, en el restaurante de lujo Delmonico’s de Nueva York, una clienta, la Sra. LeGrand Benedict, al no encontrar nada apetecible le pidió al chef Charles Ranhofer que le propusiera una nueva receta. El chef le propuso la mítica receta compuesta de un pan de muffin inglés, jamón cocido, huevo escalfado y salsa holandesa, plato que quedó anotado en su libro de recetas y posteriormente publicado con el nombre de The Epicurean.
Una receta sencilla de compleja elaboración
Debido a que el plato cuenta con unos pocos ingredientes accesibles en cualquier tienda de alimentación son muchas las personas que se aventuran a probar su elaboración en casa, sin embargo, su complejidad sí está presente en la elaboración de un huevo escalfado en su punto y, muy especialmente, en la creación de una salsa holandesa que es muy sensible a las variaciones de temperatura.
Los más osados pueden intentarlo siguiendo esta receta del simpático chef David de Jorge. Eso sí, la recomendación de Estrella de Pablo, en este caso, es clara: madrugar.
Los huevos Benedictine de Embassy
La receta de nuestro salón de té, secreta, por supuesto, presenta una variación fundamental respecto a la más tradicional. Los Benedictine que proponemos se realizan habitualmente con nuestro pan de molde casero que aporta una textura más adecuada por absorber menos humedad que el tradicional muffin inglés.
Su elaboración puede demorarse un poco dada la complejidad de la salsa que no admite conservación por lo que recomendamos ir comenzando con el Bloody Mary o, una sugerencia muy interesante, un cocktail Embassy. Para los abstemios, un delicioso té helado casero o un batido de menta y chocolate les puede amenizar la espera.
Finalmente, el huevo Benedictine se presenta con un suave gratinado que lo hace aún más apetecible.
¡Bon appetit!
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