Food Styling: Gastronomía y Diseño
Si pensabas que comer sólo se hacía con el paladar, estabas muy equivocado. Y es que en el arte del comer, y de disfrutar con la comida, se utilizan los cinco sentidos.
Está claro que el sentido del gusto es el sentido por excelencia en la gastronomía, pero ¿acaso no juzgamos ciertos platos también por su textura? Hay muchas culturas que hacen uso de sus manos para comer, y de hecho hay muchos platos que siempre saben mejor comiéndolos sin preocupaciones, con las manos. Con las manos tocamos y notamos en muchas ocasiones en qué condiciones están los alimentos.
¿Acaso no escuchamos un buen champán burbujear? ¿Una carne recién salida del horno aún ‘chisporroteando’? ¿O no podemos conocer la maduración de una fruta al oír su golpe con nuestros nudillos?
Y qué decir del olfato, cuando nos viene el olor del pan recién hecho, de una mezcla de especias que no logramos reconocer o tan sólo de la comida casera que nos hacía nuestra madre o nuestro padre.
Por si aún te quedaban dudas, usamos los 5 sentidos en el comer. Y sí, nos falta uno. El más importante. Muchas veces casi más que el propio gusto. La vista. La comida nos entra por los ojos. Qué indispensable es una buena presentación y un buen aspecto de lo que tenemos en el plato para decidirnos a ingerirlo o no.
Y de esto han sido conscientes los chefs y profesionales de la gastronomía. Si hay una industria que está en constante innovación, esa es la culinaria. Podemos innovar y crear conceptos y sabores nuevos, pero la primera fase para llegar a saborear estas novedades, es sin duda una buena apariencia. Por ello, la innovación en la cocina está pasando desde hace ya tiempo por este previo paso. La innovación en el diseño y la presentación de lo que vamos a comer.
A esto, se le conoce como el Food Styling, el trabajo y el arte de hacer que el plato sea una delicia para los ojos y apetecible para probarlo. Realizando un sumo y cuidado trabajo de selección de productos que acompañarán al plato principal, atendiendo al color, formas, tamaños para que todo quede acorde y armonioso en el plato como si de una obra de arte del Museo del Prado se tratara.
De hecho podemos decir que su inspiración procede de los bodegones pictóricos, en los que el artista pensaba todo y no dejaba nada al azar. Pues el destino final de este “estilismo” es fotografiarlo. Presentar el producto delante de la cámara para captar la atención de los futuros comensales. Y delante de la cámara todo tiene que estar perfecto. Texturas que parecen sobrepasar la pantalla, luz de película y colores que iluminan toda la escena.
Algunas de las “reglas” para el diseño de estos platos es contar con ingredientes frescos, aprovecharse de los contrastes de color entre alimentos, mantener unas proporciones armoniosas, el producto principal del plato, deberá ir (normalmente) en un extremo.
Pero hablar de normas aquí, es infravalorar el propio término “innovación”.
Lo cierto es que en los últimos tiempos, el food styling no sólo se está aplicando a la fotografía editorial o publicitaria, sino que también se está llevando a cabo en los propios restaurantes, instantes antes de servir el plato ante el comensal y que éste disfrute de una experiencia visual antes de saborear su plato.
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